Pedir disculpas significa mucho en el matrimonio

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El matrimonio, la unión de dos seres imperfectos, ofrece muchas oportunidades de pedir disculpas. Si ambos cónyuges tienen interés y comprensión mutuos, se sentirán impulsados a pedir perdón cuando hablen o actúen desconsideradamente. Proverbios 12:18 dice: “Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación”. Aunque uno no puede volver atrás cuando ha asestado una ‘estocada irreflexiva’, sí puede curar la herida disculpándose con sinceridad. Como es obvio, esto exige esfuerzo y estar siempre pendiente del otro.

Susan comenta lo siguiente sobre su matrimonio: “Aunque Jack y yo llevamos casados veinticuatro años, todavía aprendemos cosas nuevas el uno del otro. Es triste decirlo, pero hace algún tiempo estuvimos separados varias semanas. Sin embargo, seguimos el consejo bíblico de los pastores y nos reconciliamos. Ahora entendemos que es fácil que surjan choques, pues tenemos caracteres muy dispares. Cuando chocamos, nos disculpamos rápidamente y hacemos lo posible por entendernos mutuamente. Puedo decir con satisfacción que nuestro matrimonio ha mejorado bastante”. Jack agrega: “También hemos aprendido a distinguir cuándo estamos más irritables y a extremar el tacto en tales momentos”. (Proverbios 16:23.)

¿Debemos pedir perdón aunque nos creamos inocentes? Cuando entran en juego los sentimientos íntimos, es difícil determinar con objetividad quién tiene la culpa. Pero en el matrimonio lo más importante es mantener la paz. Pensemos en Abigail, señora israelita cuyo marido trató mal a David. Aunque no se le podía achacar la necedad de su esposo, pidió disculpas: “Perdona, por favor, la transgresión de tu esclava”, suplicó. Por ello, David la trató amablemente y admitió con humildad que, de no haber sido por ella, habría derramado sangre inocente. (1 Samuel 25:24-28, 32-35.)

Igualmente, June, una cristiana que lleva casada cuarenta y cinco años, opina que para que el matrimonio vaya bien, cada cónyuge debe estar dispuesto a ser el primero en pedir perdón. Explica: “Me repito que nuestro matrimonio es más importante que mis propios sentimientos. Por eso, cuando me disculpo, siento que estoy fortaleciendo la unión”. Un señor mayor llamado Jim dice: “Le pido perdón a mi mujer hasta por insignificancias. Como ha pasado por una operación grave, se angustia por nada. Así que la rodeo con el brazo y le digo: ‘Lo siento, mi vida; no quise molestarte’. Como las plantas cuando reciben agua, cobra vida de inmediato”.

Si hemos lastimado a quien más queremos, será muy útil disculparse a tiempo. Milagros asiente por completo: “Como carezco de confianza en mí misma, basta con que mi esposo me hable con rudeza para que me sienta mal. Pero cuando me pide perdón, me siento mejor inmediatamente”. Con razón dicen las Escrituras: “Los dichos agradables son un panal de miel, dulces al alma y una curación a los huesos”. (Proverbios 16:24.)

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