No anden emborrachándose con vino, en lo cual hay disolución o conducta desenfrenada, sino sigan llenándose de espíritu (Efe. 5:18).

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El consumo inmoderado de alcohol puede conducir a otros graves pecados. De ahí que Pablo escribiera las palabras del texto de hoy. Además, exhortó a las hermanas de edad a que no estuvieran “esclavizadas a mucho vino” (Tito 2:3). Si nuestra conciencia nos permite consumir alcohol, deberíamos preguntarnos: “¿Tengo la misma actitud que Jesús hacia los excesos con la bebida?” (Luc. 21:34). “Si tuviera que aconsejar a un hermano sobre este asunto, ¿podría hacerlo con franqueza? ¿Bebo para olvidar los problemas y relajarme? ¿Cuánto alcohol consumo semanalmente? ¿Cómo reacciono cuando alguien da a entender que me estoy excediendo? ¿Me pongo a la defensiva o incluso me enojo?” Si dejamos que el vino nos esclavice, se verán afectadas las facultades que nos permiten razonar con claridad y tomar decisiones sabias. Y, como cristianos, no podemos permitirlo, pues siempre debemos proteger nuestra capacidad de pensar (Pro. 3:21, 22).

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  1. un poco de levadura leuda toda la masa el problema hoy dia no es el exeso es LA DESOBEDIENCIA A DIOS ceder a la tentacion como al principio

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