JOSÉ HUYÓ DE LA FORNICACIÓN

ad+1


Contamos con el excelente ejemplo de un joven que amaba a Dios y supo huir de la fornicación. Se trata de José, hermano de Dina por parte de padre (Génesis 30:20-24). De pequeño, había visto los terribles resultados de la imprudencia de su hermana. Sin duda, esos recuerdos, así como el firme deseo de mantenerse en el amor de Dios, lo protegieron años después, cuando era esclavo en Egipto y la esposa de su amo intentaba “día tras día” seducirlo. Siendo un esclavo, no podía renunciar a su cargo e irse. No tenía más remedio que armarse de valor y afrontar con sabiduría la situación. Y así lo hizo, negándose vez tras vez a acceder a los deseos de aquella mujer y, finalmente, huyendo de su presencia (Génesis 39:7-12).

Reflexionemos por un momento: ¿habría logrado mantenerse firme si se hubiera pasado los días pensando en la señora, o entregándose con la imaginación a fantasías sexuales? Difícilmente. Además de negarse a abrigar pensamientos impuros, José daba gran valor a su relación con Jehová. Así lo indicó cuando dijo a la mujer de Potifar: “Mi amo no ha retenido de mí cosa alguna salvo a ti, porque eres su esposa. Así es que, ¿cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?” (Génesis 39:8, 9).

¡Qué contento tuvo que sentirse Jehová al ver que José, pese a vivir lejos de su familia, seguía fiel día tras día! (Proverbios 27:11.) Más tarde, José fue encarcelado, pero Jehová se encargó de que saliera en libertad y se convirtiera en primer ministro y administrador de víveres de todo Egipto (Génesis 41:39-49). Su experiencia confirma las palabras de Salmo 97:10: “Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo. Él está guardando las almas de los que le son leales; de la mano de los inicuos los libra”.

Como José, miles de cristianos obedecen hoy el mandato: “Odien lo que es malo, y amen lo que es bueno” (Amós 5:15). Por ejemplo, un joven cuenta que una compañera de estudios tuvo la desvergüenza de ofrecerle favores sexuales si le daba las respuestas durante un examen de matemáticas. “Me negué de plano —explica—. Al mantenerme fiel a mis principios, no perdí mi dignidad, que para mí vale más que todo el oro del mundo.” Es cierto que uno pudiera “disfrutar temporalmente del pecado”, pero, por lo general, esas alegrías pasajeras no traen más que disgustos (Hebreos 11:25). Además, no tienen ni punto de comparación con la felicidad eterna que conseguiremos obedeciendo a Jehová (Proverbios 10:22).

0 comentarios: