El amor exige que nos disculpemos

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El amor fraternal es el sello distintivo de los auténticos seguidores de Jesucristo, quien dijo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”. (Juan 13:35.) Las Escrituras exhortan a los cristianos a ‘amarse unos a otros intensamente desde el corazón’. (1 Pedro 1:22.) Tal amor requiere que pidamos disculpas. ¿Por qué? Porque la imperfección humana siempre genera resentimiento, que, si no se subsana, inhibe el amor.

Por ejemplo, si tenemos nuestras diferencias con un miembro de la congregación cristiana, quizás nos sintamos tentados a no dirigirle la palabra. Pero si somos nosotros los ofensores, ¿cómo podemos recuperar la relación amistosa? En la mayoría de los casos, pidiendo perdón y luego haciendo todo lo posible por conversar cordialmente. Tenemos una deuda de amor con nuestros hermanos en la fe, una deuda que saldamos parcialmente cuando les decimos que lamentamos haberlos ofendido. (Romanos 13:8.)

A modo de ilustración: dos cristianas llamadas Mari Carmen y Paqui son amigas desde hace años. Sin embargo, Mari Carmen hizo caso de ciertos rumores y permitió que se enfriara su amistad con Paqui. Sin dar explicación alguna, eludió a Paqui. Como al año, Mari Carmen se enteró de que había sido un infundio. ¿Cómo reaccionó? El amor la impulsó a buscar a Paqui y expresarle con humildad que deploraba su conducta. Las dos se deshicieron en lágrimas, y desde entonces han sido buenas amigas.

Aunque nos creamos inocentes, las disculpas pueden resolver los malentendidos. Manuel recuerda lo que le ocurrió: “Hace muchos años mi esposa y yo nos hospedamos en casa de una hermana espiritual que estaba hospitalizada. Hicimos todo lo posible por ayudarla a ella, así como a sus hijos, mientras estuvo enferma. Pero cuando volvió a su hogar, se quejó a una amiga de que no habíamos administrado bien los gastos de la casa.

”Le hicimos una visita y le explicamos que, como éramos jóvenes inexpertos, quizás no habíamos atendido las cosas a su gusto. Ella respondió inmediatamente que estaba en deuda con nosotros y que había quedado muy agradecida por nuestra ayuda. Se había resuelto el problema. Aprendí de aquello la importancia de ser humilde y pedir perdón cuando hay un malentendido.”

Jehová bendijo a esta pareja por demostrar amor y ‘seguir tras las cosas que contribuyen a la paz’. (Romanos 14:19.) El amor también implica tener presentes los sentimientos ajenos. Pedro nos aconseja compartir “sentimientos como compañeros”. (1 Pedro 3:8.) Si tenemos tales sentimientos, es más probable que comprendamos cuánto dolor ocasionamos con un comentario o acto irreflexivo y que nos sintamos impulsados a pedir disculpas.

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